Las Startups deben demostrar que generan el valor que prometen

Las startups están impulsando el avance de la humanidad en todos los campos, pero aún así hay cada vez más voces críticas de este ecosistema.

Las startups están cambiándolo todo. Aplican tecnología a mercados y procesos tradicionales, disrumpiendo la manera en que esos mercados (en muchos casos ya obsoletos) operan, generando eficiencias, expandiendo el acceso y la participación de más personas, impulsando avances médicos, facilitando el acceso a educación y al sistema financiero. ¿Por qué entonces cada vez más voces las critican?

Los comentarios negativos hacia las startups no son nuevos, y las voces en contra parecen crecer con el paso del tiempo. Por ejemplo, tras el descalabro de Silicon Valley Bank, mientras algunos pedían que el gobierno rescatara, muchos otros se preguntaban ¿por qué usar dinero público para rescatar empresas privadas cuyas ganancias no parece percibir la sociedad? Algo similar está ocurriendo con las discusiones laborales, en las que sin duda, un modelo de contratación directa llevaría a la quiebra a muchas plataformas. Aún así, son muchas las voces pidiendo que se acaben.

¿Por qué un ecosistema que está empujando la sociedad hacia la modernización, y que genera tantos impactos positivos está generando, a su vez, tantas voces en contra? Siempre van a existir críticos y voces que no estén de acuerdo. Esto es común cuando aparecen modelos tan disruptivos. Pero sin duda, este creciente descontento debe llevar a este ecosistema a reflexionar qué tiene que cambiar.

Las startups de hoy son los banqueros del 2008

La promesa de los bancos es ayudar a las personas a tener su dinero seguro y acceder a créditos para cumplir sueños como tener una casa o montar un negocio. Una promesa que se cayó con la crisis del 2008 cuando miles de personas perdieron sus casas, sus empresas y trabajos, y los banqueros se convirtieron en el enemigo público.

El ecosistema tech también llegó con una promesa de valor innovadora: impulsar los avances de la humanidad en todos los ámbitos, desde cómo nos movemos, cómo trabajamos, cómo nos entretenemos, hasta cómo interactuamos. Sin embargo, hoy al pensar en Rappi, muchos piensan en explotación laboral; al pensar en Twitter muchos piensan en odio, violencia y fake news; y al pensar en ChatGPT muchos piensan en pérdida de empleos . De alguna manera, las empresas de tecnología (no todas, pero si muchas) se han convertido en el nuevo enemigo público.

Muchos de los founders de hoy, como los banqueros en 2008, son percibidos como una figura avara, que buscan maximizar su beneficio propio a costa de todos los demás, y que operan bajo la versión más salvaje o depredadora del capitalismo. Muchas personas aun no logran ver los impactos positivos que las startups prometen, o no ven que los impactos positivos superen los negativos. A medida que las startups crecen y se multiplican, también lo hacen, de manera mas evidente, sus impactos negativos. Frente a este panorama, parece haber una respuesta todavía muy tímida de parte de estas empresas.

Las startups deben asumir un rol activo como actores del desarrollo económico sostenible

Las startups no pueden asumir con arrogancia que la sociedad de alguna manera esta en deuda con ellos por los puestos de trabajo que generan, o la modernización del mercado que prometen. Hoy, en el siglo 21 esto no es suficiente. Las startups deben demostrar que realmente generan valor para ellas, sus accionistas, empleados, colaboradores, usuarios y demás grupos de interés. ¿Cómo hacerlo? A continuación propongo algunas estrategias de cambio en este sentido:

  1. El valor que generan deben estructurarlo y gestionarlo de manera estratégica y consciente. El impacto positivo de una startup debe ser intencionado y no un hecho accidental o aislado. Esto implica identificar y ser consciente de los impactos positivos que el negocio genera de manera estratégica, y contar con KPIs más allá de los financieros que permitan medir y comunicar estos impactos positivos que generan sobre la economía local y los mercados, los empleados, usuarios, colaboradores y la sociedad en general, incluso en el medio ambiente.
  2. Entender la diferencia entre mostrar y demostrar el valor que generan. Mostrar valor es una herramienta de marketing que puede ser percibida como “greenwashing” o “socialwashing” para lavar el nombre. Las historias de valor se ven planeadas, e impostadas. Demostrar que una startup realmente genera valor requiere entender el relacionamiento con los grupos de interés desde una lógica más allá del estudio de mercado, a través de una interacción cercana y honesta con los grupos de interés. Estar abiertos y dispuestos a escuchar y atender las preocupaciones de los distintos actores para identificar cómo generarles valor y comunicarlo de manera asertiva y transparente.
  3. Adoptar una conducta empresarial responsable. Las startups generan impactos negativos, no solo a través de su modelo de negocio o productos o servicios que ofrecen, sino también a través de la gestión y prácticas de operación del día a día. Es vital que sean responsables de esos impactos que generan. Para ello deberán comenzar por identificarlos, mitigarlos o reducirlos, contar con indicadores para medir cómo avanza la gestión, y rendir cuentas al respecto.
  4. Las startups deben comenzar a entenderse como actores del desarrollo sostenible. Tener prácticas éticas de operación, y demostrar que no solo están innovando y generando revoluciones en mercados obsoletos, sino que lo están haciendo de manera ética, responsable y consciente es una manera de retener la fidelidad de clientes, usuarios, empleados e inversionistas que se identifican con unos principios mínimos de ética y sostenibilidad. Asumir compromisos con agendas globales de trabajo decente o descarbonización no va en contra de la meta de escalamiento, todo lo contrario.

Las startups que logren liderar esta agenda de sostenibilidad y valor compartido estarán mejor posicionadas para triunfar en mercados cada vez más exigentes, regulaciones cada vez más restrictivas, y sociedades cada vez más empoderadas.

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